La traducción más común de Mudra es sello. Sello es algo que señala o cierra algo. Deja una impronta.
Exige dos partes que crean una relación entre sí generando una impresión.
El sánscrito nos dice qué es lo que otorga (ra) deleite (mud). Este deleite no tiene que ser necesariamente sensorial, puede ser la dicha asociada al autoconocimiento, a la conexión del alma con el cosmos (la impresión que hablamos), pero no es descartable el deleite sensorial, el prana que se mueve por el cuerpo.
Para profundizar en el tema vamos a usar dos textos como referencia: el Hatha Yoga Pradipika y el Gheranda Samhita. El primero tiene un propósito más espiritual y el segundo más práctico, sin olvidar que todos los textos de yoga señalan la liberación espiritual (samadhi, unami, mukti) como fin último.
En el Hatha Yoga Pradipika (III.1-5) los mudras sirven para despertar la kundalini. El Gheranda Samhita (III.1-3) habla de alcanzar la estabilidad (I.10). En ambos textos los mudras tienen un capítulo entero, lo que demuestra su importancia. Los Yoga Sutras de Patanjali establecen el canon respecto a las ramas/pasos (angas) del yoga, el famoso ashtanga yoga (yoga de los ocho pasos) y los mudras no son ahí mencionados. Si somos honestos, lo que hacemos la mayoría de los practicantes está más relacionado con los textos tántricos medievales que con la austeridad meditativa de los Yoga Sutras.
Los mudras en estos textos de referencia son una de las ramas del yoga en sí mismo. Sin embargo, no existe un sistema, una secuencia o un método específico para enseñar mudras. Apenas se enumeran las prácticas sin darle un contexto.
Los profesores de yoga modernos los usan de vez en cuando durante un asana o como soporte para un tipo de pranayama dándole un carácter más profundo a dichas prácticas.
Greagor Maehle en su muy recomendable libro “Mudras, los sellos del yoga”, los clasifica de acuerdo con el ashtanga de Patanjali: mudras para asanas, mudras para pranayama, mudras para pratyahara, etc. Pero yo prefiero la idea de que los mudras son un anga en sí mismo. De esta forma, debe existir una práctica de mudras de la misma manera que existe una práctica de asanas. Mi propuesta son secuencias donde existen prácticas meditativas, prácticas de respiración y ejecución de posturas que
tienen un hilo común que es el mudra.
Imaginad una casa con una sola ventana por donde entra la luz del sol. Debes amueblar tu casa, ordenarla y cuidarla para que esa luz llegue a todos los rincones posibles minimizando las pérdidas..
Uno busca un sistema eficiente y sostenible para tener un hogar sano y acogedor. Puedes usar espejos para refractar la luz, hacer agujeros en la pared, decidir cuánto tiempo tienes la ventana abierta e incluso, si existiera la tecnología, almacenar esa luz para poder usarla cuando escasea (por la noche, por ejemplo).
Eso es lo que hacen los mudras en el ser humano. La luz es el prana que entra por la comida, por el aire que respiras y por el estilo de vida que llevas. Tu cuerpo es tu templo y tu alma es esa sensación de que todo está bien dentro de ti (o no).
Ejemplos: 1) Antes de meditar te centras en la ambrosía (amrita) que cae del paladar (manduki mudra).
2) Haces unas cuantas respiraciones y al final de cada inhalación abres los ojos mirando hacia el entrecejo (Shambavi mudra) durante unos segundos. 3) Ejecutas tus saludos al sol con pequeñas retenciones de aire asociadas a los tres bandhas principales (que en sí mismo son mudras). 4) Ejecutas el mahamudra y después haces unas cuantas respiraciones en janushirsana.
Se busca una especie de conexión como el vinyasa, que mantenga todo enlazado. Tu mente se ancla a todo esto con mucha más precisión e intensidad que cualquier secuencia clásica de asanas. Los logros y la progresión son infinitos y no están limitados por la edad o tu capacidad corporal.
Este artículo no tiene como objetivo precisar estas secuencias. Eso lo haremos en otro momento… o en clase.
Nuno de Oliveira
www.casadelyoga.com